Night's dreamers
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Aquel que escribí en el otro foro y que no tenía título

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Mensaje por Auria Miér Jul 01, 2009 11:07 pm

PRÓLOGO:

Era una habitación bastante grande, con enredaderas por las paredes color verde musgo, una ventana grande que ofrecía la vista de un jardín espeso y oscuro, ya que era de noche, como mobiliario poco más que una mesa y una silla rústicas de madera trabajada, y al fondo del cuarto, una cama enorme, más grande que las de matrimonio, sostenida por cuatro hermosas columnas hechas con algo parecido al nácar, parecido a la parte interna de las conchas de las lapas, finas y con forma de espiral, rodeadas de cortinas ligeras de una tela transparente blanca, sábanas de seda del más puro de los blancos, ofrecían un ligero aspecto de haber sido usadas recientemente…

Ella no sabia que hacia en esa habitación, no la había visto en su vida, sin embargo, le resultaba familiar. Se puso a curiosear, mirando en los cajones de la mesa, asomándose a la ventana, pero aun así no pudo determinar donde se encontraba. Estaba mirando la cama, magnífica para su gusto, cuando sintió una presencia detrás de ella y se quedó paralizada, atenta y sorprendida. Notaba el calor de quienquiera que fuese quien estaba detrás suya en su espalda, y algo en esa persona hizo que se le pusieran los pelos de punta y se estremeciera violentamente…de placer.

Él la estrechó entre sus brazos por detrás y ella sintió como se derretía ante la intensidad de aquel abrazo y no pudo más que cerrar los ojos y suspirar, dejarse llevar ante aquel torrente de pasión y sobretodo amor. Con suavidad y destreza hizo que ella girara para quedar cara a cara, ella esperaba poder ver el rostro de quien provocaba en ella sensaciones de tal magnitud, pero apenas tuvo tiempo de enfocar la vista pues él rápidamente selló sus labios dulcemente con los de ella haciendo que oleadas que nacían de su corazón se expandieran por todo su ser dejando su mente completamente en blanco y provocando que se abandonara a esas sensaciones, y de repente…
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Mensaje por Auria Miér Jul 01, 2009 11:08 pm

Continuación
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Mensaje por Auria Miér Jul 01, 2009 11:08 pm

CAPÍTULO 1: PREGUNTAS SIN RESOLVER.

Bi-bi-bi-bip, bi-bi-bi-bip.

Sonó el despertador.

Perezosamente, Claudia lo apagó y se incorporó en la cama. Aun se sentía abrumada a causa del sueño, ¡había sido tan real!, se mantuvo en la cama un rato para tranquilizarse, pero debía coger un autobús y tenia el tiempo contado para arreglarse, desayunar e irse. No se entretuvo mucho al escoger que ropa se iba a poner, optó por unos vaqueros y una camiseta color turquesa. A Claudia le gustaba vestir de forma cómoda y sencilla, siguiendo a la vez su propio estilo juvenil, alegre y desenfadado. Se aseó en unos minutos, y como vio que casi no le quedaba tiempo cogió unas cuantas galletas y fue desayunando mientras se dirigía hacia el autobús.

Mientras hacia su ruta habitual se colocó los cascos y estuvo escuchando las canciones de Within Temptation, su grupo favorito. Casi se saltó la parada de la Universidad, ya que estaba un tanto distraída, y tampoco prestó mucha atención a las primeras clases, ¿por qué no podía evitar pensar en el sueño?

Se sentía intrigada, ese no había sido un sueño normal, o bien su subconsciente se estaba esforzando mucho en decirle lo que fuera, o bien ahí estaba ocurriendo algo extraño. Lo que era mas sorprendente es que sueños muy similares se le habían estado repitiendo con una periodicidad curiosamente muy exacta de dos meses. Y ya era la octava vez que ocurría. Siempre que trataba de descubrir quien era ese chico tan misterioso no obtenía nada claro, a veces le preguntaba: “ Quién eres?” y él le contestaba susurrándole al oído con voz aterciopelada: “ Aquél al que perteneces” , si intentaba preguntar algo mas, le callaba con un despliegue de pasión eterna. Siempre le hacia dejar la mente en blanco a causa del placer que le provocaba, y sentía felicidad en la presencia de él, la envolvía en paz mezclada con seducción, su alma se sentía tranquila después de haber pasado semanas enteras suspirando por volverle a ver.

Siempre estaban esos sueños colmados de romanticismo y sensualidad. Todos excepto uno. El segundo que tuvo fue muy oscuro, tanto que la aterrorizó. Notó como él la perseguía mientras ella trataba de huir, y cuando la alcanzó, la acorraló contra un muro. Ella estaba paralizada a causa del temor, mientas él le decía arrastrando las palabras: “ Sabes que puedo matarte en cuanto me apetezca?” A continuación la abrazaba posesivamente y empezaba a besarla por el cuello. Ella sentía como iba perdiendo resistencia, de repente un dolor agudo la atravesó y notó como su sangre manaba y era absorbida por él, notó como se iba deslizando suavemente hacia la inconsciencia. Lo último que recordaba era como una voz distante, ligeramente divertida y un tanto melancólica, decía: “ahora ya eres mía…”.

Ese día tuvo que llevar un pañuelo en el cuello por la marca que había encontrado al despertar.

Aún así procuraba no pensar demasiado en ello. Esos sueños, excepto el segundo, siempre le hacían sentir alegre al despertar, que hermoso hubiera sido que se hubieran hecho realidad, que de color de rosa hubiera sido el mundo si alguna vez encontrara alguien a quien tanto pudiera querer y tanto esa persona la amara a ella. Pero nada nuevo ocurría en su vida, y Claudia, frustrada y desanimada, terminaba por pensar que algo tan bonito no podía ser verdad.

Miró a su alrededor, otra vez buscándole inconscientemente, tenía la esperanza de que algún día averiguaría que significaban todos esos sueños y si de verdad ese chico existía…Como no vio nada interesante reanudó su camino hacia la cafetería, se estaba muriendo de hambre y era hora de almorzar.

Una vez sentada y ya comiendo, sonó el móvil.

Era Ana. Su mejor amiga.

- si?

-Ola Claudia! Te llamaba para preguntarte si puedes salir esta tarde, que te parece si nos vamos a la playa?

-Ana, estamos en Febrero y ya quieres ir a darte un chapuzón al mar?-preguntó sarcásticamente.

-A bañarse? No! Solo quería ir a dar un paseo, tengo ganas de contarte una cosa que me ha pasado- se rió- en realidad es una tontería, pero aún así me apetece comentártelo. Como tienes las clases hoy?

-Hoy termino a las cuatro, así que podré ir.

-Estupendo! Entonces quedamos a las 4:30 en el mismo lugar de siempre, te parece bien?

-Claro, allí estaré, hasta luego!

Colgó y se quedó pensativa…si era una tontería por qué no se lo había dicho ahora? Prefirió no darle vueltas al asunto, Ana solía ser de lo más impredecible.

Aún tenía un rato para la siguiente clase, así que se distrajo garabateando en su cuaderno.

Claudia estudiaba Bellas Artes, y ya estaba en segundo curso. Era su vocación, no le importaba si luego no habría mucho trabajo, ya se las apañaría de alguna manera.

Al cabo del rato empezó la clase, y se dio cuenta de que ya tenía ganas de que finalizara. En realidad tenía ganas de que fueran las cuatro y media. Estaba impacientándose, apenas prestaba atención a lo que decía el profesor:

-…para las sombras medias, utilizad un B4, tened en cuenta…

Claudia estaba que no cabía en si de la emoción. Aprovechó lo que sentía para darle un poco más de énfasis a su dibujo.

Pero…un momento. ¿Desde cuando ella se impacientaba tanto por algo que le tuviera que contar su amiga, cuando ella había dicho que no tenía importancia? No. Algo estaba mal en sus esquemas. Esa emoción no era suya.

Observó a sus compañeros. Ninguno parecía nervioso. Que raro, así pues no era por la influencia de ninguno de ellos. Se quedó extrañada. Si no era por nadie que estuviera cerca, tenía que ser alguien a quien la distancia no afectaba a la transmisión de emociones. Enseguida le vino a la mente Ana.

Como no, Ana (quién si no?) era la que estaba impaciente y emocionada.

Se rió por lo bajo. Si que tenía “poca” importancia lo que le quería contar.

Decidió hacer caso omiso a la sensación e hizo acopio de su paciencia para aprovechar la hora un poquito al menos.

El resto de la mañana y mediodía transcurrió con absoluta normalidad.

4:30

Ya había dejado sus cosas en casa y había llegado al sitio indicado, una placeta con una fuente que estaba al lado del paseo marítimo.

Enseguida vio una figura de estatura media corriendo hacía su dirección.

-Claudia! Que bien! Ya tenía ganas de verte!-chilló mientras le daba un abrazo.

-Ya lo se, ya, que tenías ganas de verme.

Ana se la quedó mirando con sus ojos grandes y de color miel.

-Estabas tan emocionada que lo he sentido hasta yo!-soltó Claudia riéndose.

-A si? Vaya, no lo sabía-dijo riéndose ella también- Hay que ver, no se si será eso o que ambas hemos mejorado en nuestras “capacidades”.

Claudia se quedó teatralmente pensativa.

-Mmm… no lo creo, siempre hemos sido igual de empáticas.

Se dirigieron a la playa en silencio mientras ponían sus ideas en orden (sobretodo Ana).Al cabo del rato Claudia se dejó llevar por la curiosidad.

-Y bien, qué era eso que me querías contar?

Ana sonrió, como si le diera un poco de vergüenza y empezó a contar:

-Bueno…ocurrió esta mañana…

-Te levantaste y luego te caíste por las escaleras otra vez?-dijo Claudia con una sonrisa picara.

-No! Joo… no es eso. Soy patosa pero no me caigo todos los días…-replicó Ana algo azorada.

Claudia no pudo evitar reírse ante el ligero rubor de su amiga.

-Tienes razón, no todos los días. Casi todos.

-Eh! Me dejas que te lo cuente o qué?- se quejó Ana riendo también.

-Claro, venga-la animó Claudia.

Ana soltó un suspiro dándose ánimo y se dispuso a continuar su relato.

-Lo que te iba diciendo…que esta mañana no se por qué me apetecía levantarme más pronto de lo normal e irme a correr por la playa…

“Igual de impredecible que siempre.” Pensó Claudia con una sonrisa en los labios.

-…estaba yo a punto de echar a correr cuando de repente vi a un chico, mas o menos de mi edad…o de la tuya…

Ana se quedó dubitativa, mas bien se quedó en su mundo recordando los hechos.

-No importa, la diferencia es solo de un año, pero venga continua, que ya me estas dejando con la intriga.-dijo Claudia.

-si, bueno, el caso es que…madre mía…que pedazo escultura…-se mordió el labio y soltó un pequeño suspiro- Era rubio, ojos verdes esmeralda, guapo y un cuerpo de sex symbol!

-jeje, que bien, pero, qué pasa con ese?

-Pues que me lo quedo mirando y, ya sabes como soy yo cuando se me cae la baba de esa manera, suelto en voz baja: “ Dios mío! Lo que haría yo con ese tío!” , pero parece ser -se sonrojó un poco- que no lo había soltado tan bajo y va y se gira y se me queda mirando con una cara…como diciendo “¿ein?¿yo?¡¿Quéeee?!” y yo toda roja…

Las dos comenzaron a reírse de buena gana.

-Pero ahí no acaba la cosa…resulta que pasado eso y después de que se hubiera ido, me pongo yo a correr por ahí, y al cabo del rato me tropiezo y me caigo.

-Para variar.-soltó Claudia entre carcajadas.

-Oye!-replicó de nuevo Ana poniéndose un poco colorada.

-venga, continua…

-Me había caído como cuando era niña, estaba yo tendida en plancha sobre la arena cuando oigo que dice alguien: “Hey! Estas bien? Te has hecho daño?”, me levanto diciendo: “No…estoy bien, solo me he caído…” y veo a quien tenía delante: Era él! El rubio de antes!

Claudia se quedó con cara de sorprendida y enseguida se puso a reír con ganas.

-Solo a ti te pasan esas cosas!

Ana la acompañó en las risas y al principio intentó hablar pero le faltaba el aire de tanto reír, hasta que al cabo de poco se calmó y consiguió decir un “Ey!” para llamar la atención de su amiga, que la miró esperando, mientras se iba calmando de tanta risa floja, a que dijera algo.

-si! Pero espera, que eso no es lo más importante.- Insinuó Ana.

-Y qué es?-Preguntó Claudia con renovada curiosidad.

-Pues que, resulta que me había hecho un rasguño de nada, pero me salía un poco de sangre, y el chico, preocupado, me lleva a una cafetería que había al lado, para conseguir un par de tiritas.

Claudia se sorprendió y alzando las cejas comentó:

-Uuuy…que paso de escena cómica a romántica más repentina…

-Ya ves!-corroboró Ana.

-Y qué pasó luego…te liaste con él?-Preguntó Claudia inclinándose hacia ella llena de curiosidad.

Ana se quedó sorprendida ante la pregunta y pensó un poco la respuesta pero simplemente dijo:

-No! ya me hubiera gustado a mi, pero no. Aún así nos quedamos a tomar algo y a hablar un poco.

Hizo una pausa, recordando el momento. De repente se estremeció con un escalofrío.

-Ay! Claudia, mira como se me pone la piel de gallina, es que no era solo que fuera muy guapo y todo eso…es que…tenía una mirada…puf! Me encanta, es preciosa, no se, tiene algo que me gusta mucho, que hace que no pueda dejar de mirarle…

Los ojos le brillaron con expresión soñadora, y Claudia se dio cuenta de ello.

-No me digas que… el tío ese…

-Alejandro –aclaró rápidamente Ana- aunque prefiere que le llamen Alex.

-Pues eso, que si Alex…-continuó insinuando Claudia con picardía.

Ana captó la indirecta. Se quedó con cara de sorpresa y no supo que decir. Se limitó a mirar pensativamente a otra parte y sonrojarse. Finalmente dijo:

-No crea que sea eso…si tuviera que sentirme atraída por cada persona que se preocupa por mi cada vez que me caigo, podría hacer una lista!

Ambas rieron.

-Y si ha sido un flechazo?-preguntó Claudia.

Ana sonrió tristemente para si, cerró los ojos un momento y con un suspiro explicó:

-No creo…además no se si él ha sentido lo mismo…

Claudia hizo una sonrisa triunfal.

-Ah! Entonces acabas de admitir que te gusta!

Eso pilló desprevenida a Ana.

-Un momento! Yo no he dicho eso! Lo que quería decir es que…jo! Ya me estoy haciendo un lío!

-Ja! Te he pillado, no lo niegues!-insistió Claudia medio riendo.

-Pero es que ni yo misma sé que pensar!- dijo Ana con expresión confundida.

-Bueno, pues si quieres aclararte, queda con él.-solucionó fácilmente Claudia.

Ana se quedó en silencio. Agacho la cabeza y los hombros en señal de tristeza.

-Porque tienes su número o algo…no?-Preguntó cuidadosamente Claudia.

-No…justo cuando iba a pedírselo, mira el reloj y con un: “que tarde es!”, porque habíamos estado mucho rato hablando, se va diciendo un simple adiós. Yo le grito: “te volveré a ver?” y él me contesta: “si sueles correr a estas horas, seguro que algún día!”.
Claudia al principio se quedó un poco callada, sin saber qué decir.

-Vaya…que final más…soso…o no…

-Que te esperabas?-preguntó Ana extrañada a su amiga.

-Mmm…algo así como –Claudia cogió la mano de Ana y teatralmente le dio un beso y añadió:- Iré a buscarte allá donde estés…

Las dos rieron otra vez.

-Que bonito! Pero eso es algo de la era pasada, jaja- Se rió suavemente y soltó con un suspiro:- Ojala le vuelva a ver…

-Bueno, para eso solo tendrás que irte a correr cada mañana como has hecho hoy.

-Si, como es tan poca cosa…-dijo Ana sarcásticamente-Además no se si así le volvería a ver, ese “algún día…” que ha soltado Alex no me convence…

-Por intentarlo no pierdes nada-la animó Claudia.

-Sólo horas de sueño-aclaró Ana.

-Pero, lo harás?

-Puede…-dijo Ana mirando hacia otro lado poco disimuladamente.

-Está claro que sí-Determinó Claudia.

Se quedaron en silencio, asimilando la información. Se habían sentado sobre una toalla y de fondo se oía las olas rompiendo en la playa.

-Y tú qué?- Preguntó Ana de repente.

-Yo qué de qué?-preguntó Claudia extrañada.

-Pues que si hay alguna novedad que me quieras contar.-aclaró una sonriente Ana.

Claudia se quedó pensando. Recordando el sueño.

-Ah! Te has quedado callada! Eso es que algo hay!-dijo Ana alegremente.

Claudia sonrió y dijo con voz suave y bajita, como si fuera un secreto:

-He vuelto a soñar con él.

Ana esperó una mayor explicación, y como Claudia no añadía nada más, insistió:

-Pero…ya sabes quien es? Cuéntamelo todo!

Claudia se lo pensó un poco antes de contestar mirando en todas las direcciones excepto en la de Ana con una expresión apaciguada y soñadora:

-Ha sido…igual de intenso que de costumbre…y no, aún no sé quién es. Esta vez no ha dicho nada, ni yo he podido preguntar nada…

-Porque…-animó Ana.

Soltó un suspiro, recordando el dulce beso que la había dejado sin respiración esa mañana y deseó transmitirle lo que pensaba a su mejor amiga.

-Porque me ha besado de esa forma suya que hace que se me quede la mente en blanco y no sea capaz de pensar en nada.-Explicó Claudia con un rastro de melancolía.

Hubo un rato de silencio, una recordando dulces momentos y la otra cavilando posibilidades. Finalmente Ana perdió la paciencia y se cansó de darle vueltas al asunto sin llegar a nada:

-Ay! No sé chica! Yo ya no sé que pensar! Si solo fueran sueños no aparecerías por la mañanas con algunas marcas en el cuerpo, y si no lo fueran, no me explico quién es ése y qué es lo que quiere!

-Yo también he llegado a la misma conclusión.-Dijo Claudia con un tono frustrado en la voz.

Ambas se quedaron viendo la puesta de sol, y se dejaron llevar por sus tonos ambarinos mientras se rendían ante la ignorancia que no podían evitar...

...por el momento.
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Mensaje por Auria Miér Jul 01, 2009 11:09 pm

Publicado: Mie Jun 25, 2008 4:24 pm Asunto:

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okisss

os voy a dejar con la continuación del 1er cap!
k kon razón se llama PREGUNTAS SIN RESOLVER
jejejejejeje

os voy a dejar kon un montón de intrigas jojojojo (k mala soi)

pero me tendréis k disculpar
xk en todo el verano no me van a dejar k me conecte
xk me an caido dos
T________________T
aclaraciones: estoi en 1ero de bachiller de la salud y me han caido mates y quimica
k ascoooooo

y como no voy a continuar
komo despedida os dejo al menos el 1er cap terminado
(no he hecho más, lo siento)


weno, ahi va:

espero k os gusteeee ^^
(kiero coments , eh?)
k kon un poko de suerte seguiré colgando caps (iré a un ciber y los pondré) ^^

_______________________________________________________________________





Así se quedaron, sin decir nada, un buen rato, hasta que Ana se cansó y ambas optaron por ir a dar una vuelta por los recreativos del puerto.

Había poca gente, unos cuantos niños pequeños con sus madres, una anciana sentada en un banco mientras leía, un hombre de mediana edad jugando con su hijo, y gente pasando de vez en cuando.

-Mira! Un futbolín!-dijo de pronto Ana-jugamos?

-Vale, pero me vas a ganar, no se jugar muy bien a esto.

-Tampoco te creas tu que yo se mucho, eh?

Ana puso la moneda y sacó una bola. La primera vez que intentó darle falló.

-pf! Que mala soy!

-Golpéala fuerte-aconsejó Claudia.

-Ahora verás!-Gritó Ana a la pelotita y ambas se echaron a reír.

A la segunda le dio con todas sus fuerzas, y la bola salió disparada, rebotó contra un jugador de plástico y se fue volando, hiendo a parar a la cabeza de la anciana que estaba sentada en el banco de enfrente del futbolín.

-Ay!-se quejó la anciana.

Ana y Claudia se miraron con cara de sorprendidas y enseguida se acercaron apresuradamente.

-Lo siento mucho, señora, no ha sido mi intención, sin querer la pelota ha salido disparada al golpearla fuerte…-se excusaba Ana-lo siento de verdad!

-Se ha hecho daño?-Preguntó Claudia, preocupada.

-No os preocupéis, jovencitas, estoy bien, solo me he dado un pequeño susto-contestó la anciana amablemente-Pero tened cuidado la próxima vez, podríais…

No terminó de hablar, se había quedado mirando a Claudia con cara extrañada al principio y sorprendida después.

Claudia no sabía que hacer, ¿por qué la miraba de esa forma? Esperó a que dijera algo. Mientras, Ana estaba desconcertada, ¿conocía de algo esa mujer a su amiga?

La anciana pareció volver a la realidad de repente y continuó diciendo:

-…Podríais haber hecho daño de verdad a alguien, por suerte no ha sido nada-Se quedó pensativa-…pero me ha hecho recordar que ya es hora de irme…Adiós.

Se levantó, cogió su bolso y se dirigió al paseo.

Claudia y Ana se quedaron observando como se iba, sin saber muy bien que decir.

-La conoces de algo?-preguntó Ana.

-No, porqué lo dices?

-Porque se te ha quedado mirando como si te conociera de algo.

Claudia se quedó pensativa, si que es cierto que la había mirado así, y en esa mirada había algo más…pero no sabía qué significaba.

-Realmente crees que el golpe no le ha hecho nada?

-No creo.

-Seguramente le habré recordado a alguien o por un momento si que le habré dado la sensación de que nos conocemos-terminó por deducir sin darle mucha importancia.

-Supongo-consideró Ana.

Se dirigieron de nuevo al futbolín y empezaron a jugar. Resultó que Ana tenía más buen manejo que Claudia jugando, pero Claudia tenía más suerte a la hora de acertar, así que la partida estaba bastante igualada.

Estuvieron todo el rato riendo de lo mal que jugaban.



****

Lejos de allí, en una casa nueva de tamaño medio, con un mobiliario un tanto escaso, entró la anciana apresuradamente, y tras mirar por las primeras habitaciones, llegó a la cocina, donde decidió sentarse en una de las sillas un poco para descansar murmurando cosas para sí.

-Donde estará este nieto mío, seguro que con esos amigos suyos que no me gustan nada…-siguió rezongando para ella.

-Estoy aquí abuela-respondió con paciencia el joven-y sigo sin comprender porqué no te gustan mis amigos…

-Eso no es lo importante ahora-cortó tajantemente la anciana.

-Y entonces, a qué viene tanto nerviosismo?

-La he visto.-dijo solemnemente la abuela.

-A quién?-preguntó el joven con curiosidad.

-A tu gemela.

-Abuela, creo que equivocas, yo no tengo ninguna hermana gemela…

-No seas tonto, no me refiero a ninguna hermana.

El joven comprendió al instante y se quedó paralizado ante la idea.

Su gemela…

Pero… ¿Cómo podía haberla reconocido?¿Por qué la había visto ella y no él?¿Cómo era ella?, muchas preguntas se amontonaban en la mente del joven, finalmente consiguió decir algo:

-Llévame hasta ella.-era una orden, no una petición. Se había puesto muy serio y un solo objetivo se adueñaba de todo lo que sentía y pensaba.

-No lo haré-contestó la abuela tajantemente-Además ya no estará en el lugar en el que me la he encontrado.

Se dispuso a aguantar todas las réplicas de su testarudo nieto, sin embargo se sorprendió al ver que no había respuesta por parte de éste.

El joven conocía demasiado bien a su abuela como para insistir sin más como un niño pequeño. Tenía que buscar una alternativa. Necesitaba un razonamiento lo suficiente convincente para conseguir al menos saber donde su pariente la había visto. A ella. Ella…

La anciana escrutó el semblante nostálgico del chico. Si no soportaba la faceta testaruda de éste, aún menos la melancólica cuando el remedio estaba en sus manos, así que tuvo que replantearse solucionarlo de alguna manera beneficiosa también para él.

Después de un largo silencio, la abuela claudicó.

-Como quieras, te llevaré hasta ella…-Al decir esas palabras el joven se quedó muy sorprendido y antes de que empezara a gritar de euforia o ponerse nervioso añadió:-…pero será a mi manera.

El nieto se quedó esperando con cautela. ¿A su manera? Eso era mala señal.

Su abuela siempre quería hacerlo todo a su manera, si no estaba mal (fuera lo que fuese lo que hubiera que hacer). Era muy estricta en ese sentido, y aunque a veces era mejor así, a él siempre le parecía que era un modo de actuar muy rebuscado, a pesar de ello él debía obedecer, y no solo por el hecho de ella fuera su abuela.

-¿Cómo piensas hacerlo?-preguntó finalmente.

La anciana hizo una sonrisa orgullosa. Miró a su joven aprendiz.

-Aún te quedan muchas cosas por conocer de las tradiciones de nuestra familia…

Se quedaron en la cocina durante horas en las que la anciana explicó a su nieto cómo pensaba hacer cumplir su cometido.

No sabían que algo les faltaba para lograrlo.







******


“Ya es muy tarde.” Pensó Claudia.

Ya eran las 10:30 y ella aún tenía que ir a casa, cenar, estudiar un poco al menos y continuar con el trabajo que tenía que presentar la semana siguiente.

Bebió otro sorbo de su batido de chocolate y observó de nuevo la cafetería/heladería en la que estaban.

Era un local muy moderno y bastante amplio, con formas cúbicas por todas partes. Las paredes alternaban el color rojo y el blanco, mientras que los muebles eran negros, con las sillas y mesas hechas de algo parecido al ébano.

Una idea apareció en su mente.

-Podrías preguntarle a la camarera si Alex suele venir por aquí.

Ana analizó la idea y sonrió ante la perspectiva de poder conseguir algo de información.

-Vale! Por preguntar no pierdo nada!-Gritó toda contenta y se puso a correr para llegar cuanto antes al mostrador, donde estaba la chica que las había atendido hace un rato.

-No te pongas a correr aquí dentro como si fuera un patio-regañó por lo bajo Claudia a Ana.

-Ups! Lo siento!-contestó Ana poniendo su carita de niña buena.

Ana se dirigió a la camarera con los ojos brillando de la emoción, a lo que la camarera se extrañó un poco.

-Disculpe…-empezó Ana sin saber muy bien como continuar-Es que…Desearía saber si…

La camarera esperó sin saber que era lo que quería su clienta, ¿acaso no estaba bueno el helado de dulce de leche y vainilla que le había servido?

-Verá-continuó Ana dispuesta a explicárselo todo claramente- Es que el otro día vine aquí con un chico, era por la mañana…le suena? Bueno pues resulta que quería saber si por casualidad ha visto por aquí más veces al chico que me acompañaba…

Claudia, que tenía el oído puesto en la conversación, esperaba intrigada la respuesta de la camarera.

-El chico rubio?-se quedó pensativa la camarera-si…no me es muy difícil recordarlo, hace poco que abrimos este local y aún no ha venido mucha gente por aquí, le he visto alguna que otra vez esta semana, siempre por la mañana.

Ana se puso a saltar de alegría y gritar “Bien!! Que guay!!!”, a lo que Claudia no pudo evitar taparse la cara con las manos y pensar que no la conocía de nada, pero la que si se quedó desconcertada fue la camarera.

-Lo que pasa es que me encantaría volver a verle y como ahora sé que viene por aquí, vendré yo también y algún día lo volveré a ver!-Le explicó Ana a la camarera.

-Genial, ahora empieza a contarle su vida, pobre camarera-dijo Claudia para sí en un tono divertido.

Pero Ana no se entretuvo mucho y fue a sentarse enseguida enfrente de Claudia.

-Lo has oído, Claudia?-preguntó emocionada.

-Si, si, lo he oído todo, que bien, ahora tienes más posibilidades de encontrártelo.

-Es estupendo! Le volveré a ver!-siguió Ana en su emoción.

Claudia sonrió al contemplar a Ana tan feliz. La quería ver siempre así. Le encantaba observar la belleza que irradiaban las personas que estaban alegres. Pero volvió de su ensimismamiento al recordar la hora que era.

-Esto…Ana…has visto lo tarde que es?

Ana se quedó parada un momento, miró su reloj de muñeca y puso cara de asustada.

-¡¿Ya es tan tarde?! Me tengo que ir corriendo, aun tengo un montón de cosas que hacer!-dijo mientras se levantaba y cogía su bandolera.

-Eso mismo te iba a decir yo…-reconoció Claudia-bueno pues…-continuó mientras salían a la noche fresca del paseo marítimo, con su suave olor a mar-…ya nos veremos algún día de éstos, no?

Ana se giró y se quedó pensando.

-Mañana tienes que ir a la coral, verdad?

-Si, por que lo preguntas?-cuestionó Claudia.

Ana siguió con su expresión meditativa y un tono tranquilo:

-Lo decía porque mañana a los del tenis nos han pedido que vayamos una hora antes, así que cuando tu estés saliendo de la coral yo aún tendré un ratito antes de ir al tenis.

Claudia hizo cálculos y se alegró de los resultados.

-Claro, yo tengo que ir de 4:00 a 5:00 y tú, de normal, de 6:30 a 8:00, pero mañana tendrás que ir a las 5:30.

-Exacto-corroboró Ana con una sonrisa- así que podríamos ir a tomar algo cuando salgas de tus ensayos, y de paso te contaré si lo he vuelto a ver.

-De acuerdo, nos vemos mañana, pues, a las 5:00 en el parque de al lado de las pistas de tenis.

-Hasta mañana!-gritó Ana mientras se iba corriendo por el paseo y despidiéndose con la mano.

-Ten cuidado y no te caigas!-Se despidió Claudia medio riendo.

“Que noche más apacible” Pensó Claudia mientras caminaba y disfrutaba del aire y su fragancia. Le encantaba dar paseos y disfrutar de lo que la naturaleza le ofrecía. Solía hacer excursiones de vez en cuando a la montaña, y en verano iba todos los días a hacer una pequeña caminata por la playa. Siempre que tenía tiempo, claro.

Siguió recto por el paseo, y enseguida llegó al puerto. Pasaba por enfrente de los recreativos cuando de repente se quedó paralizada, sin poder moverse, y sin poder pensar.

Tenía la mente bloqueada, solo un instinto la gobernaba. Tenía que ir al lugar donde esa tarde había jugado con Ana al futbolín. Había algo allí. Algo…que la esperaba.

Sin saber porque lo hacía, se dirigió al banco donde horas antes había estado sentada una anciana mientras leía apaciblemente un libro.

Llegó al sitio indicado. Seguía con la mente en blanco, solo sentía su respiración regular y tranquila, y su vista vagaba por su alrededor, intentando ver… ¿qué? ¿Qué era lo que la había llevado allí?

De repente su mirada se posó sobre un objeto rectangular y bastante grueso. Un libro. Estaba debajo del banco, Claudia se agachó y lo cogió.

Todo volvió a la normalidad para Claudia, que de repente ya pudo pensar con claridad y darse cuenta de lo que tenía en sus manos.

¿Un libro? Claudia observó sus tapas color ocre, sin ningún título, recubiertas de una tela fina, con las páginas ya de un color amarillento, calculaba que de unas 500 páginas. Seguramente se le habría olvidado a la anciana recogerlo cuando se le cayó en el momento en el que le golpeó la pelota.

No sabía que hacer, ¿y si lo dejaba por si acaso volvía la anciana a buscarlo? en el momento en el que pensó eso un escalofrío le recorrió toda la espalda e hizo que se le pusiera la piel de gallina. No. Debía llevárselo consigo. Algo en su subconsciente le hacía tener esa imperiosa necesidad, y eso le daba mala espina.

Así con pensamientos de que se avecinaba una mala tormenta reanudó su camino, en dirección hacia su casa esta vez.

Ese libro desprendía algo que le hacía volcar todos sus sentidos (tanto físicos como espirituales) hacía él. Para empezar tenía un valor adquirido por su antiguo dueño, seguramente la anciana, pues cuando una persona se siente ligada a algún objeto, éste adquiere lo que la gente normal llama “valor sentimental”, lo que no saben es que se le llama así porque una pequeña parte de energía proveniente de la persona impregna el objeto, y así adquiere valor. Las personas que son “sensibles” como Claudia pueden darse cuenta del valor de un objeto al sentir la cantidad de energía depositada en el mismo. Y ese libro estaba rebosante de energía, lo que hacía que Claudia se inquietara aún más. Aún así no osó abrirlo por el momento. Lo primordial en esos instantes era dejarlo en un lugar seguro en su casa.

Claudia aceleró el paso y cogió primer autobús que pasó en dirección Castellón. No había mucho del Grao a Castellón, solo un cuarto de hora. A las 11:00 ya estaría en casa. A salvo.

Pero… ¿a salvo de qué?
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Mensaje por Auria Miér Jul 01, 2009 11:13 pm

CAPÍTULO 2:
AMIGO POR PARTIDA DOBLE


Claudia despertó tras un sueño ligero. Se había dormido encima de su escritorio al intentar avanzar su trabajo a altas horas de la noche. Miró la hora en su despertador. Eran las 2:17 AM .

Se levantó con esfuerzo, aún estaba con la modorra y lo único que quería en esos momentos era tumbarse en la cama y dormir. Recogió un poco su escritorio, ya terminaría su trabajo más adelante. Se cambió de ropa y se puso el primer pijama que encontró, un conjunto simple de camiseta grande y pantalones gruesos de colores verde y naranja, y se metió en la cama.

Con el sueño que se le venía encima no era hora de reflexionar, como a ella le gustaba hacer cada noche antes de dormirse, pero aún así no pudo evitar acordarse de lo bien que se lo había pasado durante la tarde. Deseó para sí que durante la mañana Ana se volviera a encontrar con ese tal Alex, a ver si su mejor amiga tenía un poco de suerte y lo volvía a ver.

Notó como sus pensamientos vagaban cada vez más y su cuerpo se relajaba…



*********************-------------
*********************************************************


El joven inició su meditación. Se sentó con una postura cómoda y relajada y cerró los ojos. Aspiró el suave olor del incienso de lavanda. La lavanda tiene la propiedad de ayudar a dormir cuando se padece de pesadillas o incluso de insomnio, sólo con poner un pequeño trozo debajo de la almohada es suficiente. Los de su familia la usaban con frecuencia para las meditaciones, las ceremonias o simplemente para relajarse.

Dejó que su mente se tranquilizara y que sus pensamientos surgieran y se desvanecieran a su antojo, llegando así a un estado de calma y atención a la vez. Expandió sus sentidos, excepto el de la vista, luego trató de hacer lo mismo con su poder.

Ahí estaba, sentía como la fuerza se hacía cada vez más presente con lentitud. Trató de concentrarse más y dirigir toda su energía hacia un punto, como el pie derecho, y luego a otro, como el hombro izquierdo, y así continuamente, manteniendo con precisión el control de esa energía. Hizo un alto y de nuevo se centró en la respiración, y de nuevo sus pensamientos se amontonaron en su mente al recordar la promesa de su abuela.

Estaba haciendo sus ejercicios diarios de meditación a esas horas de la noche porque no había podido antes por culpa de su nerviosismo, y porque en su impaciencia se había puesto a entretenerse en su habitación con la Play Station II y su juego preferido, Kingdom Hearts. Ahora se arrepentía, pues le estaba entrando sueño, pero tenía que hacerlos porque sino su abuela le regañaría después. Podía intentar decirle una pequeña mentira, pero su abuela siempre sabía cuando alguien decía la verdad y cuando no, así que mejor no intentarlo y con ello enfurecerla. Su abuela siempre le preguntaba todas las mañanas, y le insistía en que debía desarrollar y aprender a controlar su poder, que era su deber.

Todos los miembros de su familia que poseían algún poder especial o don tenían que conseguir controlarlo mediante un entrenamiento que su abuela se encargaba de preparar, y eran bastantes los aprendices de la anciana. Había un poco de todo, desde personas que veían el futuro, otras que curaban con su poder, y muchas otras que utilizaban su poder para invocaciones, o otras artes que aún le quedaban por descubrir. Los de su extensa familia no eran como esos estafadores que salían por la tele o aquellos que prometían resultados a cambio de una sustanciosa cantidad de dinero, no, sus parientes eran capaces de conseguir obrar magia ante los ojos de los que nunca habían presenciado ningún suceso paranormal, pero todos preferían pasar desapercibidos y no exponerse a los problemas que conllevaría usar públicamente sus poderes, así que solo los usaban, en secreto, en ocasiones especiales, cuando realmente hacían falta, y siempre para el bien de la gente.

Intentó serenarse de nuevo y continuar con sus ejercicios. Extendió las manos hacia arriba y concentro una gran parte de su poder en las palmas, dejando que reposara un poco mientras sentía como le hormigueaban las manos. A continuación, visualizó que la energía adoptaba la forma de una flecha y la disparó hacía la Jacaranda que había en su jardín, de la cual se vislumbró durante unos segundos una tenue luz verde-azulada alrededor de las hojas.

Esa jacaranda ya estaba cuando su abuela, su tía y él se trasladaron a vivir a su nueva casa, solo que entonces tenía un estado lamentable (en realidad todo el jardín necesitaba cuidados), pues estaba casi completamente seca y con muchas de sus ramas rotas. Por suerte aún se la podía recuperar y así su abuela le encargó que la reviviera con su poder, como parte de su entrenamiento. A los dos días ya había mejorado mucho su aspecto, y a la mitad de la semana ya estaba totalmente recuperada. Si seguía suministrándole parte de su energía a la planta cada noche, pronto haría que floreciera incluso, a pesar de que aún era invierno y las jacarandas suelen hacerlo a partir de mayo.

Ahora ya había terminado la primera parte de sus ejercicios, pronto terminaría y se iría a dormir. Se dispuso a dejar su mente en blanco y olvidar las sensaciones de su cuerpo. Pronto se halló en un estado calma absoluta, de serenidad infinita. Notó como su alma se extendía más allá de su cuerpo…



******************************************************************************

_____ ______

Ella despertó en el suelo de mármol de una catedral de estilo renacentista. Se quedó maravillada ante la inmensa altura entre el suelo y el techo, ante la exquisita armonía de sus columnas y sus bóvedas, de la perfección de la combinación de los colores de las vidrieras con sus representaciones de santos y escenas bíblicas, y de su preciosa cúpula con frescos magníficamente pintados…

Se dio cuenta de que estaba vestida al estilo renacentista también, con un precioso vestido de colores dorados, con su escote exagerado dejando entrever parte de la espalda, un corpiño ajustado con una camisa blanca de mangas anchas, una falda extensa con bordados de rosas en hilo de oro, y unos zapatos blancos con un lazo dorado. También llevaba lujosas joyas, como los pendientes de oro engastados con rubíes, a conjunto con la gargantilla, el anillo con un rubí enorme en forma de rombo y una diadema dorada muy fina en su pelo negro con tirabuzones anchos cayendo elegantemente hasta media espalda.

Estaba anonadada. Seguro que se encontraba en un sueño, no podía ser de otra forma, pero es que era todo tan real…

-------- ---------

Él despertó sentado y con la cabeza apoyada en las manos, en los escalones de una fuente muy bonita, con la representación de la escena mitológica en la que la ninfa Dafne se transformaba en laurel ante los ojos del dios Apolo. Miró a su alrededor, la fuente estaba en una amplia plaza rectangular muy limpia, rodeada de edificios con fachadas muy bien trabajadas y una hermosa catedral del siglo XV en un lado, con gente pasando de vez en cuando, todos vestidos con trajes renacentistas. Se dio cuenta de que él también iba vestido de un modo parecido, con unas medias color beige, unos pantalones cortos de colores vainilla y ocre, una camisa ligera blanca y una capa corta color ocre.

No sabía que estaba haciendo en ese lugar, pero no paraba de mirar a su alrededor buscando a alguien…

-------- ---------

Ella decidió inspeccionar su alrededor, esperaba poder identificar a alguien de entre la poca gente que estaba en los bancos, rezando en silencio, pero no reconoció a nadie…

_____ ______

Él Sintió como una onda le atravesaba la cabeza y supo en ese instante que debía ir a la catedral.

--------

Ella estaba observando curiosa el altar, con su forma pentagonal, cuando oyó unos suaves pasos tras ella. Sin saber porqué se quedó paralizada y no pudo darse la vuelta y ver quien estaba tras ella.

Él se quedó parado sin dejar de observar la figura que tenía delante, ataviada tan elegantemente con ese vestido dorado, y su pelo tan bonito perfectamente hecho. Se resistió al primer impulso que sintió, que fue el de abrazarla por detrás, y prefirió avanzar hasta situarse frente a ella. Que hermosura, admiró su tez blanca, sus labios de tamaño medio bien definidos y rosados…pero enseguida quedó cautivado por sus preciosos ojos de color verde por el borde y marrón por el centro, de formas muy estriadas, enmarcados por unas pestañas gruesas, largas y curvadas.

Ella sintió como la rodeaba y se situaba frente a ella, y levantó la mirada ya que él era más alto. Si ella media 1.75 m, él debía medir aproximadamente 1.90 m . Se sorprendió, pero no pudo hacer nada más que quedarse hipnotizada por su mirada, tan intensa y profunda.

Así se quedaron durante un rato, sin dejar de mirarse, sin decir palabra, disfrutando de la presencia del otro.

Él la abrazó con fuerza, no quería que ese abrazo terminara nunca. Aspiró su fragancia dulce y empalagosa y depositó un beso suavemente en su cuello, tan fino, dejando que sus labios lo siguieran rozando al levantar la cabeza lentamente, para susurrarle en voz baja al oído, como si fuera un secreto:

-Pronto te encontraré…


______ _______
******************************************************************************


El joven sintió como sentía cada vez más su cuerpo y todo se aclaraba… Observó que se había dormido en la misma posición en la que antes estaba meditando.

¿Qué había sucedido?

Repentinamente se acordó del sueño. Suspiró ante la alegría que le embargó al pensar en ella. La había vuelto ver y no habían pasado ni 24 h.! No podía creérselo, ¿Por qué esta vez no se había seguido la constante de siempre de verse cada dos meses?... Que más daba! Había podido estar con ella de nuevo y eso era lo importante.

Sus pensamientos quedaron suspendidos en el aire al disfrutar de la sensación que le llenaba por dentro.

Seguía sonriendo cuando se fue a acostarse, y sus ojos no cesaban de brillar de la emoción hasta que se cerraron al caer a la tentación de Morfeo.
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Mensaje por Auria Miér Jul 01, 2009 11:13 pm

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Claudia despertó al día siguiente con una sonrisa de oreja a oreja. Mientras se despejaba no cesó de suspirar. ¡Recordaba el sueño con todo lujo de detalles! Y lo más increíble: ¡no había tenido que esperar dos meses!

Estaba muy contenta, estaba eufórica, no cabía en si de gozo. Quería ponerse a saltar y gritar de alegría.

Cerró los ojos unos instantes y se deleitó con las imágenes, con el abrazo, con el beso que él depositó en su cuello, que hizo que se estremeciera bajo sus brazos, como si miles de corrientes eléctricas le recorrieran todo el cuerpo, produciéndole escalofríos que le dejaban con la piel de gallina, suspirando por todas esas sensaciones…

De pronto recordó lo que él había dicho. “Pronto te encontraré”. Claudia se quedó parada. ¿Qué pronto la encontraría? ¿Qué significaba eso? Si ya la encontraba siempre que él quería en sus sueños. De repente un escalofrío le recorrió la columna. ¿Y si…? No. No podía ser posible, ¿Podía el chico de sus sueños ser real y que la estuviera buscando de verdad?

Pensar eso ya era algo muy fantástico e imaginativo. Claro que ¿Qué en su vida no lo era? Es decir, que no sería la primera situación extraordinaria en la que Claudia se encontraría.

Desde que Claudia tuvo uso de la razón se dio cuenta que no era del todo como el resto de la gente. Siempre le ocurrían cosas que para el resto de las personas resultaban inexplicables. Pero Claudia lo veía como algo normal, ya que le pasaban a menudo y desde que era muy pequeña.

Podía ver a los muertos, y no sólo eso, también comunicarse con ellos. Al principio no sabía por qué ella podía y no otras personas. Trató de buscar información en Internet y encontró de todo, pero solo se quedó con una idea: era una médium, un medio entre los muertos y los vivos. Una médium con no pocas facultades, hasta la fecha había encontrado indicios de capacidades como las de poder curar pequeñas dolencias, tener presentimientos muy exactos y frecuentes, poseer la empatía (capacidad para conocer los sentimientos de las personas incluso a distancia) y la telepatía, e incluso en una ocasión de alto riesgo utilizó la telequinesia (mover los objetos con el poder de la mente) para apartar un coche que la estaba a punto de atropellar. Claro que en ocasiones le costaba mucho esfuerzo y concentración lo que en situaciones de tensión y riesgo producía involuntariamente.

Sus capacidades se hicieron más presentes cuando conoció y se hizo amiga de Ana. Su actual mejor amiga también poseía la mediumnidad. Ella tenía las facultades que le faltaban a Claudia, y ésta tenía las que Ana no poseía. Ella podía, aparte de ver y oír a la perfección a los espíritus (La diferencia con Claudia a la hora de comunicarse con éstos es que Claudia usaba la telepatía y Ana preguntaba todo en voz alta y oía las respuestas); tener visiones; aumentar la influencia de los espíritus sobre la materia para que puedan mover objetos; era, al igual que Claudia, empática; era capaz de despertar las facultades en las personas que como ellas eran sensibles; poseía la xenoglosia (La capacidad de entender y hablar cualquier lengua) y detectar (a veces controlar involuntariamente) todo tipo de energía.

Más todo lo que les faltaba por descubrir. Pero por el momento solo intentaban aprender a controlar sus dones.

Claudia despertó de su ensimismamiento al ver la hora en su despertador. Si tardaba mucho más llegaría tarde a clase, así que dejó sus pensamientos a un lado y se apresuró en vestirse, con una camisa blanca y unos vaqueros azul claro, cogió su mochila y se fue sin desayunar. Ya almorzaría fuerte más tarde.


***************************************

7.15 h.

Ana miró la extensa playa que tenía frente a si. “Hasta el siguiente espigón y vuelvo” pensó mientras seguía corriendo a un ritmo regular.

Llevaba ya un cuarto de hora corriendo por la playa y aún no había tenido la ocasión de ver a Alex, pero guardaba la esperanza de verle por lo menos en la cafetería.

Minutos más tarde llegó a las rocas y se detuvo a darse un respiro. Entrecerró los ojos al mirar hacia el sol y se centró en apreciar el sonido de las olas al romper y en el aroma salado de la hermosura de arena y mar que se quedó contemplando.

Reanudó su camino en dirección a la cafetería. Quiso darse prisa y con un poco de orgullo por su facilidad para adquirir velocidad hizo un sprint y llegó enseguida a la cafetería.

-¡Buenos días!-saludó Ana con una sonrisa a la camarera.

La camarera se acercó y le preguntó:

-Buenos días. ¿Qué desea tomar?

Ana miró con ojos golosos el mostrador de pastas dulces, y se decidió por la napolitana de chocolate y un batido de chocolate para desayunar. Cuando la camarera se lo sirvió dudó un poco antes de preguntar:

-Esto…¿puedo hacerle una pregunta?-al ver como la camarera asentía se animó-¿Ha venido por aquí hoy el chico rubio por el que le pregunté anoche?

La camarera la miró con un brillo de comprensión al principio y luego con voz suave y cara de disculpas le explicó

-No, lo siento, eres la primera clienta que ha venido por ahora. Al final no se si nos va a resultar tan rentable abrir tan pronto para los que se tienen que ir a trabajar, no vine mucha gente.

-Ya…

Fue lo único que pudo decir, pues en el fondo estaba un poco decepcionada. Pero no tenía que desanimarse, hoy era el primer día que iba a correr, bueno en realidad el segundo, y el hecho de que no lo hubiera vuelto a ver no significaba que no lo vería más. A lo mejor entraría en la cafetería en cualquier momento, o a lo mejor se lo veía cuando fuera de vuelta a casa…

Alex.

Suspiró al pensar en ese chico. Y su mente no dejó de evocar los momentos pasados junto a él mientras desayunaba cosas dulces.

No sabía que ese día no lo vería, a pesar de que lo buscaría con la mirada por cada calle que pasaría.
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Mensaje por Auria Miér Jul 01, 2009 11:13 pm

**********************************************


La mañana había transcurrido deprisa para Claudia, quien llena de alegría había realizado un buen trabajo con los dibujos y las pinturas en las clases, incluso una profesora le había elogiado con un “Así me gusta, sigue trabajando así.”, cosa que aún le había alegrado más. Incluso cuando iba a cualquier sitio se tenía que esforzar por no ir sonriendo con cara de soñadora.

Llegó a casa hacía las tres y media, y muerta de hambre se preparó una buena ensalada (adoraba las ensaladas) y un revuelto de huevos y trocitos de mortadela de pavo.

Comió deprisa, como de costumbre, y cogió su bolso blanco para irse enseguida. Tenía que estar a la coral a las cuatro.

Cogió por los pelos el autobús y llegó al Grao a las 3:58, por suerte la coral estaba muy cerca de la parada, así que llegó en tres minutos.

Cuando entró en el espacioso local vio que ya habían llegado casi todos. Tomó asiento junto a su amiga, Paula, una chica de 18 años, que cursaba el bachiller de letras en el colegio de Nuestra Señora de la Consolación en Castellón. Tenía el pelo castaño claro largo y todo a pequeños tirabuzones, unos ojos azules claritos, una nariz pequeña y chata, y unos labios carnosos y muy perfilados. De 1.58 m. de altura, con una silueta muy bien proporcionada.

-Hola-saludó Claudia-¿Que tal?

-Hola-contestó Paula-Bien, aunque ya me están machacando con exámenes. Y a ti como te va?

Claudia mostró su mejor sonrisa y sus ojos brillaron con luz propia.

-Estupendamente! Las cosas me han ido muy bien estos últimos días. Además estoy muy inspirada y eso se nota a la hora de hacer trabajos.

Sonrieron y Claudia miró a su alrededor, la gente seguía hablando y el profesor aún no había hecho acto de presencia.

-El profesor está tardando un poco, no?-comentó Claudia a su amiga.

-Es verdad… Ahora que lo pienso, antes le he visto hablando en su despacho con un chico, creo haber oído algo de que el chico se quería apuntar…

Claudia iba a soltar un “Ah, vale.” Pero no tuvo la ocasión porque en ese momento entró el profesor, un hombre bajito y regordete que le gustaba vestir con pantalones arreglados y camisas a rayas de varios colores, acompañado de un joven de no más de 22 años, alto de pelo castaño oscuro corto, piel bronceada y ojos verdosos, guapo con un toque travieso, vestido a la moda italiana juvenil, con unos vaqueros bajos dejando entrever los calzoncillos grises de Kalvin Klein y una camiseta negra con un par de dibujos desiguales con una sudadera gris de la marca GreenCoast. Llevaba una mochila deportiva de Nike con la funda de una raqueta sobresaliendo por una esquina. Primero que nada se acercó a un lateral y dejó la mochila en una silla vacía. Luego se fue junto al profesor, quien le esperaba para hacer la presentación.

Claudia y Paula se quedaron boquiabiertas, ¿Qué hacía un chico tan guapo y moderno en un sitio como aquél? Aparte de ellas dos el resto de los que acudían tenían de treinta años hacia arriba.

-Buenas tardes-saludó primero el profesor- Hoy tenemos a una adquisición nueva-se rió para sí por algún chiste privado- Es Zacarías Jovanni Cappelli, y ha llegado hace poco de Italia, Roma concretamente, sabe hablar bien español, así que no os preocupéis por eso, ya le he hecho unas pruebas y tiene una voz de barítono, y…bueno, solo me queda añadir que espero que le hagáis una buena bienvenida. ¿Quieres comentar algo, Zacarías?

El aludido desplegó una media sonrisa y observó interesado a Claudia y a Paula durante un momento.

-Buonasera-saludó a todos en italiano-Solo se me ocurre decir que estoy encantado de estar aquí en esta coral, me hablaron bien de ella y decidí apuntarme.-Se dirigió hacia el profesor- Se me olvidó preguntarle una cosa antes, ¿Es cierto que ofrecen conciertos en el Auditorio?

El profesor puso su mejor cara de orgullo y se deleitó explicándole:

-Si, y me complace informarte de que nos han concedido hacer un concierto en Abril, el cual ya hemos empezado a trabajar. Más adelante haremos las pruebas para seleccionar a los y las solistas.

El nuevo asintió con la cabeza y el profesor le hizo un gesto para que tomara asiento. Zacarías le guiñó un ojo a Claudia mientras se sentaba a su lado, a lo que Claudia se quedó sorprendida y sin saber como reaccionar.

El profesor se dio cuenta de que había olvidado las copias de las partituras en el despacho y se fue a recogerlas.

- Hola-saludó Claudia al recién llegado- Encantada de conocerte, soy Claudia-Le dio dos besos-Ya has participado antes en una coral, Zacarí-¿?

No pudo terminar de decir su nombre porque él puso el dedo índice en sus labios callándola, y Claudia se quedó aún más sorprendida.

-Primero que nada, llámame Zack, que es para los más cercanos-al decir esto sonrió de un modo travieso-además Zacarías…-hizo una mueca-…no me gusta tanto como Zack o Jovanni, que es como me llaman en Italia. Y lo segundo, sí, ya estuve en otra coral antes, en Roma.

-Claro, Zack, esto… Te presento a mi amiga, Paula-se giró hacia Paula, quien se había acercado tímidamente y estaba esperando la ocasión para presentarse.

-Hola-saludó Paula y dudó en ir a darle los dos besos.

Zack se levantó, agachó la cabeza para darle los dos besos a Paula, que estaba demasiado cohibida, alegando alegremente:

-No seas tímida, me encanta esta tradición.

Paula se puso roja, fue a sentarse en su silla y se quedó callada a causa de la vergüenza. Mientras, Claudia echó un poco hacia atrás su silla, de modo que formaran un semicírculo para charlar, pero no pudieron porque apareció el profesor y empezó a repartir las partituras.

La clase se organizó y empezaron los ensayos. Al profesor le gustaba calentar con el Ave Maria de J. S. Bach, y fue en los calentamientos cuando Claudia y Paula se dieron cuenta de la impresionante voz de Zack, con una perfección de tonos y un toque seductor en los graves. Claudia y Paula estaban en la categoría de tenores, y solían ponerse juntas porque (además de que el profesor así lo prefería) entre la dos hacían un bonito dúo con sus voces. Un dúo que en los conciertos se ponía en un lugar aparte y privilegiado.

La hora transcurrió con rapidez y lentitud a la vez para Claudia. Pasaba rápida cuando ponía toda su atención en los ensayos, y despacio cuando se daba cuenta de que Zack la miraba de reojo a veces y otras fijamente y con una mirada que la traspasaba, pues era como si Zack quisiera descubrir todos sus secretos. Cuando la miraba de pasada, Claudia no se hacía la aludida, pero cuando la miraba de la otra forma…simplemente no podía apartar la vista, ella también quería descubrir que había tras esos ojos verde oscuro, había algo…que le llamaba la atención, pero no pudo dilucidar el qué.

Cuando ya era hora de irse, Zack se acercó a la silla donde había dejado su mochila, la recogió y se acercó a Paula y Claudia, que le esperaban en la puerta.

-Bueno-dijo Paula-yo me tengo que ir enseguida, dentro de un rato tengo clase en el conservatorio…

-Sinceramente, no se como consigues compaginar segundo de bachiller, la coral y el conservatorio-dijo Claudia con voz incrédula.

-Ya me conoces, no puedo vivir sin la música-contestó Paula sonriendo.

Zack se mostró curioso al instante y preguntó:

-¿Vas al conservatorio? ¿Qué instrumento tocas?

-El saxofón-respondió Paula con un leve color rosa en sus mejillas.

-¿Conoces a Marta? Va a tercero y toca el bajo ¿Te suena?-continuó Zack con sus preguntas.

-Eh?-Paula se sorprendió un poco al principio y luego se quedó dudosa mientras hacía memoria-…no, me parece que no, lo siento.

Claudia quiso comprobar una cosa, así que preguntó:

-¿Una amiga?

-Un ligue-contestó Zack con una sonrisa pícara-Hace solo dos semanas que he llegado de Italia, pero aún así ya conozco a mucha gente…¿Por qué te interesa saberlo?-preguntó atento a la reacción de Claudia.

-No, por nada…-disimuló Claudia y decidió cambiar de tema-Yo también me tengo que ir, he quedado con una amiga.

-Y Yo, nos vemos el lunes, bellas ragatzas.-Se despidió y se fue calle abajo.

Claudia y Paula se quedaron mirando como se iba, mientras admiraban su buena figura.

-¿Qué ha dicho al final?-preguntó Paula cuando estaba lejos y no podía oírlas.

-bella es bella, supongo que ya lo sabrás, y ragatza es el nombre que se le da a una chica adolescente.-Explicó Claudia.

-¿Sabes italiano?-Preguntó Paula extrañada.

-Solo un poquito, lo que me enseñó hace tiempo mi padre, que si sabe.

-Ah…-dijo Paula-¿Y que significa lo que ha dicho cuando lo han presentado?

-¿Buonasera? Significa buenas tardes.-contestó sencillamente Claudia.

Paula y Claudia se despidieron y cada cual siguió su camino. No tardó mucho en encontrar el pinar del Grao y enseguida se dirigió hacia las pistas de tenis, donde la esperaba Ana con su faldita deportiva, una camiseta azul una chaqueta negra, y su raqueta con su funda colgada a la espalda.
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Mensaje por Auria Miér Jul 01, 2009 11:14 pm

CONTINUACIÓN DEL 2º CAP.
AMIGO POR PARTIDA DOBLE


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Paula y Claudia se despidieron y cada cual siguió su camino. No tardó mucho en encontrar el pinar del Grao y enseguida se dirigió hacia las pistas de tenis, donde la esperaba Ana con su faldita deportiva, una camiseta azul una chaqueta negra, y su raqueta con su funda colgada a la espalda.

Ana aún no la había visto a ella, sino que se seguía con la vista inexpresiva y mirando al frente y de vez en cuando a los lados, así que intentó aprovechar el momento y averiguar de antemano cómo se sentía su amiga. Si lo que veía en su interior era brillantez y mucha fluidez, había conseguido encontrarse con Alex esa mañana (o algo bueno le había sucedido), pero si veía que había poca energía fluyendo con vitalidad, malas noticias.

Trató de relajar un poco su mente y limitarse a un estado contemplativo, dirigió su mirada hacía su corazón, ya que era ahí donde se concentraba más su alma (en el caso de Ana, pues según las personas se concentran más en un lugar que en otro) y poco a poco fue vislumbrando la esencia de su amiga, y se deleitó contemplando la hermosura; las formas que fluían como si siguieran un recorrido por todo el cuerpo; los colores, que eran de todos los matices del rojo y el azul (característico de Ana), y finalmente…vio lo que buscaba, sus sentimientos. No había colores ni formas para los sentimientos, simplemente quien era capaz de ver el alma de las personas como ella los identificaban inconscientemente. Claudia se fijó y enseguida se dio cuenta de que se trataban de la esperanza y un poco de decepción, y como no, amor.

Mala suerte, quizá mañana se lo encontraría, o al día siguiente, quien sabía.

Decidió acercarse y dejarse ver. En cuanto estaba a mitad de camino Ana la vio e hizo una sonrisa encantadora. Claudia le correspondió también con una sonrisa y la saludó con la mano mientras seguía acercándose, pero cuando se quiso dar cuenta, Ana se había echado a la carrera como una liebre y casi se caen cuando la abrazó con toda la fuerza con la que venía.

-¡Claudia! ¡Por fin has llegado!- gritó Ana mientras seguía estrujando el cuello de Claudia con su abrazo exagerado.

-No…me…dejas respirar.- consiguió decir Claudia con una vocecita ahogada.

Ana miró la cara desorbitada de su mejor amiga y deshizo su “abrazo mortal” con un: “Uy! Lo siento” mientras recuperaba el equilibrio.

Claudia dedicó unos segundos a recuperar el aliento mientras se reía a duras penas y Ana ponía su carita de inocente, con sus grandes ojos color miel mirándola como si no hubiera pasado nada.

-Has tardado un montón, ¡ya son y cuarto!- se quejó Ana.

-Si, me he entretenido hablando con el novato…- dijo Claudia pensando en el italiano y añadía en voz más baja -…y vaya que pedazo novato…

Ana levantó una ceja y enseguida se interesó:

-¿Un chico nuevo? ¡Cuenta!

-Bueno…- empezó a decir Claudia desviando la mirada -…lo cierto es que no está mal, con piel morena y todo… ¡bah!, ¿para que mentir? ¡Está buenísimo! ¡Y es muy guapo también!

Ana se quedó con la boca abierta mientras se lo imaginaba.

-Pues para que tú digas eso, tiene que serlo y mucho.- soltó un silbido – ¡Me lo tienes que presentar!- dijo señalándola con el dedo, luego se quedó emparrada un poco, pero enseguida volvió a la realidad y añadió – Pero, venga, cuenta más, ¡que siempre te lo tengo que sacar todo con sacacorchos!

Claudia se rió por la bajo cuando se imaginó a su amiga auto presentándose a Zack mientras intentaba que no se le cayera la baba o se le escapara una de las expresiones que solían venirle a la cabeza en esas situaciones.

-A ver.- dijo Claudia mientras se ordenaba las ideas – Tendrías que haber visto la cara de Paula y la mía cuando ha aparecido por el despacho, creo que en ese momento todo iba como a cámara lenta, como en los anuncios en los que sale un modelo mientras se le va todo el pelo sacudiendo la cabeza lentamente.- se rió de si misma por el ejemplo que había puesto, y se excusó – Es que ha sido espectacular, y luego lo han presentado y tal, ha dicho unas palabritas y…- se quedó esperando la cara de impaciencia de Ana, la cual vino con un “¡Va! Continua…”, y dio el bombazo – Se sentó con nosotras, y estuvimos hablando un rato y luego al salir, pero es que lo más alucinante era cómo hablaba.

-¿Cómo?- preguntó Ana con ansia.

-Pues como…si estuviera ligando todo el rato con nosotras, cosa que seguramente estaba intentando hacer, y con esa voz grave que tiene…

Ana soltó un “¡Madre mía!” con cara de sorpresa, mientras lo asimilaba todo. Se quedó esperando más explicación por parte de su amiga pero Claudia se había quedado en las nubes, así que sólo se le ocurrió preguntar:

-¿Sigo insistiéndote en que me cuentes más o prefieres que lo hagamos al estilo interrogatorio?

Claudia volvió a la realidad y curiosa eligió la segunda opción. Pero primero fueron a sentarse a un banco del parque. Luego Ana empezó con sus preguntas:

-¿Cómo se llama?

-Zack.

-¿Cuántos años tiene?

-Pues no se lo he preguntado, pero yo por el aspecto…diría que unos 22.

-¿Aspecto físico?

-Alto, unos quince centímetros más que yo, pelo oscuro, piel morena, ojos verdes, buen cuerpo…

Ana se mordió el labio al escuchar la explicación y siguió con su interrogatorio:

-¿Qué estilo viste?

-Moderno, ya sabes, pantalones vaqueros dejando ver parte de los calzoncillos, camisetas chulas, sudaderas, etc.-fue diciendo mientras hacía memoria-¡Ah! Y todo de marca.

-O sea que es pijo.

-Si.

-¿Y…- se pensó la pregunta un rato -…Tiene novia?

Claudia se sorprendió y se limitó a contestar un “No lo sé.”

-¿Pero crees que sí o que no?- insistió Ana.

-A mi me parece más un ligón.- comentó Claudia.

-Y ahora…- avisó Ana - …la pregunta del millón.

Claudia esperó que preguntara cualquier cosa, siendo Ana como es, uno nunca podría adivinar que sería lo próximo que diría.

-¿Te gusta?- dijo Ana, y puso su mejor cara de curiosidad.

Claudia no pudo quedarse más perpleja, incluso soltó un “¡¿Qué?!”, pero Ana le insistió así que contestó lo primero que se le pasó por la cabeza:

-¿Cómo me va a gustar? ¡Le acabo de conocer hace un rato!

-Bueno, yo también conocí sólo un rato a Alex y ahora me he quedado prendada de él. Quizá para ti también haya sido un flechazo.- dijo Ana dispuesta a convencer a su amiga.

Claudia siguió negándolo por mucho que Ana le insistió. No era Zack en quien Claudia pensaba. No por el momento.

-Quítate esa idea de la cabeza, que a mi no me gusta Zack por mucho que me mire en los ensayos…

Eso fue demasiado para Ana. Se impresionó tanto que saltó del banco en el que estaban sentadas y empezó a decir cosas incoherentes como “¡Que fuerte…!” o “¡¡¡Tú…el te miraba…Aaah!!!”, y no se calmó hasta que Claudia intentó sentarla en el banco diciendo que se tranquilizara, que no era para tanto, simplemente eso, la había mirado por el motivo que fuera, mientras por dentro pensaba: “Seré bocazas, siempre hablo más de la cuenta”.

Ana iba a añadir algo más pero Claudia no se lo permitió.

-Pero yo no quería centrarme en eso.

Ana se quedó parada, esperando una mayor explicación.

-Primero que nada quiero saber lo que ha ocurrido esta mañana con el tema de Alex.

Ana comprendió al instante y desvió la mirada algo confusa.

-Si, claro…- empezó a decir –Pues al final resulta que no me lo he encontrado ni en la playa ni en la cafetería.

Su tono era suave y uniforme, e intentaba sonreír a pesar de seguir con la mirada perdida.

Claudia se apenó un poco, no quería ver ni un atisbo de tristeza en su mejor amiga, así que intentó animarla un poco:

-Mira, con estas cosas ocurre siempre lo mismo, cuando intentas buscarle no le encuentras, y en cuanto no le buscas aparece cuando y/o donde menos te lo esperas.

Ana pensó en las palabras de Claudia un poco, y aunque eso no significara que al día siguiente lo fuera a encontrar, no pudo evitar sonreír y sentirse un poco más aliviada.

-Gracias- dijo Ana con total sinceridad.

-Para eso están las amigas, no?- contestó Claudia ya más tranquila.

Se quedaron un momento en silencio y Claudia para distraer a Ana, decidió comenzar un nuevo tema de conversación.

-Tengo un cosa muy importante que contarte- dijo Claudia muy emocionada, lo cual llamó la atención de Ana al instante – No te lo vas a creer.

-Ponme a prueba- animó Ana.

Claudia soltó un suspiro mientras se acordaba del sueño y de él, de cómo la había mirado, de cómo la había abrazado, de cómo había deslizado sus labios por su cuello…

-Tierra llamando a Claudia.- dijo Ana imitando con la voz un walkie-talkie – ¿Sigues ahí?

Claudia volvió en si, y se disculpó.

-Lo que quería contarte es…- cerró los ojos visualizando el momento en la catedral -…que he vuelto a soñar con él.

-¡Un momento! Eso me suena de antes…- dijo Ana -…si, ya me acuerdo, me lo contaste ayer, recuerdas?

Claudia se quedó parada un momento, y reaccionó enseguida:

-No, me refiero a que he vuelto a soñar con él esta noche.

Ana puso cara de sorpresa.

-No me lo creo- dijo Ana y ambas rieron. –Es broma. ¿De verdad? Y que ha pasado esta vez?- preguntó con curiosidad.

-Ha dicho algo que me ha dejado algo confusa. Me ha dicho: “Pronto te encontraré”.

Ana se quedó con la boca abierta y no supo que decir al principio. Claudia esperó su opinión.

-No se qué pensar, Claudia…- dijo con voz confusa – Una cosa es tener sueños extraños y otra mezclarlos con una parte real.

-Lo sé, yo también lo he pensado.- confesó Claudia – Pero si lo ha dicho es por algo, no se…yo creo que…existe esa posibilidad.

-Es cierto, existe, pero es algo muy remoto.

-Y no sólo eso.- dijo Claudia –desde ayer que siento que algo está a punto de ocurrir, es una de esas sensaciones…ya sabes…que vienen de mis facultades.

Ana comprendió y asintió. Otra vez las premoniciones, que aunque en Claudia fueran más débiles y poco frecuentes, Ana era capaz de tenerlas con precisión y casi a voluntad. Y ella ya sabía desde hacía tiempo que algo cambiaria en la vida de Claudia y pronto. Lo vio con toda exactitud, la vio a ella en su cumpleaños junto a un chico de metro noventa, pelo largo, por los hombros, liso y color caoba; ojos del color de la avellanas, con los bordes amarillo gato, labios finos y rostro alargado, con aire exótico. Le vio a él mientras le regalaba algo en un estuche cuadrado. Ana no sabía si ese chico era el mismo que el de los sueños de Claudia, pero si sabía que sería ése y no otro el que haría que la vida de Claudia tomara un nuevo rumbo. A pesar de eso, no le había dicho nada a Claudia para no preocuparla.

Ana miró su reloj por costumbre y vio que eran las 5:47 ya.

-Ay! Llego tarde!-gritó levantándose y cogiendo su raqueta.

-Es cierto, vaya, ni me había dado cuenta.- dijo Claudia –Ya hablaremos en otro momento.

-Claro, ¡Nos vemos!- se despidió Ana y echó a correr hacia las pistas de tenis.

Claudia se quedó observando como se iba corriendo, y se acordó que se le había olvidado contarle a su amiga lo del libro. “No importa, ya la llamaré más tarde.” Pensó mientras se levantaba y se dirigía a la parada del autobús para volver a casa.


*********************


Ana llegó enseguida a las pistas y vio que sus compañeros ya estaban practicando saques. Sacó su raqueta de la funda y se dirigió a la cola.

-Llegas tarde, Ana.- le riñó el profesor –practica 10 saques y luego te pones con Jovanni a jugar un partido de dobles contra Carlos y Sandra.

Ana asintió con la cabeza, aunque no sabía quien era ese tal Jovanni, pero pensó que ya lo averiguaría después y se puso a practicar saques. No lo hizo nada mal, entró 7 de 10. Ya se estaba dirigiendo a la pista de al lado para jugar el partido cuando escuchó a Fran llamar a un chico que estaba de espaldas por algo así como “El Jova.”, así que supuso que sería ese.

-Disculpa…- empezó a hablarle Ana al chico que supuso que sería el nuevo -…creo que me toca jugar contig…-

No pudo terminar de decir “contigo y contra Carlos y Sandra” porque Jovanni se giró y Ana se quedó boquiabierta al ver el chico más guapo del tenis, con su cabello oscuro corto, sus ojos verdes oscuros, su piel morena y su metro ochenta, con un cuerpo muy bien formado.

-Tú debes de ser Ana- dijo con una sonrisa capaz de dejar alucinando a cualquier chica –Encantado, soy Jovanni.

Jovanni le dio dos besos y Ana se quedó aún más sin saber que hacer, solo consiguió decir un “Encantada.”y quedarse sonriendo como una tonta.

Ana y el nuevo se colocaron a un lado de la pista y Carlos y Sandra al otro. El partido empezó. Carlos jugaba bien, ya llevaba unos pocos años, pero Sandra se había integrado ese mismo invierno, y aunque había mejorado mucho como novata, no era una adversaria muy buena. Ana jugaba al tenis desde los catorce, es decir, cinco años, y ya había participado e incluso ganado en varios torneos locales. A lo largo del partido pronto se vio que la pareja de Ana y Jovanni era mejor, así que enseguida consiguieron ventaja. Ana no paró de observar todo el rato a su compañero, y por eso se le escaparon un par de bolas en varias ocasiones, pero tenía la fortuna de que tenía como compañero a un buen jugador que las salvaba cuando hacía falta.

-No has estado muy atenta durante el partido- comentó Jovanni sonriendo de un modo travieso a Ana cuando terminaron.

-¿Eh? Bueno, digamos que no me he esforzado al máximo porque era un partido fácil.- contestó Ana con simplicidad, mientras por dentro añadía:”Y porque tenía a un tío que está como un tren como compañero”.

La clase estaba a punto de terminar, y se habían quedado Ana y Jovanni esperando a que los demás terminaran sus partidos, mientras que los que habían perdido recogían todas las pelotas.

-¿Donde vives?- preguntó Ana- ¿En el Grao, o en Castellón…?

-Antes en Roma- contestó Jovanni – Ahora he venido a pasar una larga temporada en Castellón.

-¿Eres de Italia? Bueno me lo había imaginado por el nombre, pero no estaba muy segura, no tienes acento.- dijo Ana estupefacta -¿Por qué has venido precisamente aquí, a Castellón?

Jovanni desvió la mirada un momento y contestó simplemente:

-Estoy de vacaciones, me estoy tomando un año sabático.

-Ah- dijo Ana – ¿Y antes qué hacías?

-Estudiaba Administración y Dirección de Empresas.

Se quedaron un momento en silencio. Ana no sabía muy bien que más decir, así que solo añadió:

-Pues yo estoy estudiando Psicología.

Jovanni sonrió y dijo bromeando:

-¿Me estás analizando ahora?

Ana se rió.

-Ahora no puedo analizarte tanto como lo haré dentro de unos cuantos meses, cuando haya terminado el primer año de carrera.

-Es curioso saber que dentro de un tiempo me podrás analizar con más profundidad.

Había dejado el comentario al aire y Ana no sabía como tomárselo, ¿iba con segundas o se lo había imaginado ella? Prefirió no darle muchas vueltas.

Eran las 7:02, la clase se había terminado.

-Nos vemos el próximo día.- se despidió Jovanni, y añadió –Espero.

Ana se despidió con un simple “Adiós” y se fue a coger su funda y guardar la raqueta. Lo primero que haría cuando llegara a casa sería darse una buena ducha, y luego terminar de pasar los apuntes. No quería entretenerse mucho, así que se fue deprisa, tenía que terminar sus tareas pronto, ahora tenía que acostarse más pronto.
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Mensaje por Auria Miér Jul 01, 2009 11:15 pm

A partir de aki viene lo nuevo:
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Mensaje por Auria Miér Jul 01, 2009 11:17 pm

Ahora no lo tengo en la memoria USB,mañana lo pondré
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